Todo en esta vida es mucho mejor si se le acompaña de un trago de vino, y los postres no iban a ser menos. Blancos, o tintos… queda al gusto de cada uno el utilizar un tipo u otro de vino a la hora de preparar un postre… Cada uno le da su personalidad, y depende de la tuya el que uses uno u otro.
Aquí os dejamos 4 recetas que se pueden preparar tanto con vino tinto como con blanco, o mejor, hacer uno de cada y jugar a encontrar las diferencias.
Peras al vino
En verano apetece comer fruta y no son muchos los dulces elaborados que tienen a la fruta como protagonista. Este clásico de nuestra gastronomía despierta filias y fobias, lo sabemos, pero no deja de ser un bocado suave y refrescante para terminar una buena comida.
Normalmente siempre se preparan con vino tinto y es cierto que, auque están muy ricas, el color que les queda es un poco inquietante. Por eso la versión con vino blanco deja a las peras con una apariencia y un gusto más fresco, ideal para los días de calor.
El proceso es muy sencillo, tanto con vino tinto como con blanco. Se cogen peras conferencia, se les quita el corazón y se meten en una olla a cocer con mucho vino, azúcar moreno y blanco, unas ramas de canela, y ya está. Postre terminado. En la versión blanca, unas hojas de hierbabuena en la presentación le van como anillo al dedo.
Gelatinas de frutas
Las gelatinas de frutas son el postre perfecto de las altas temperaturas. No engordan, que es fundamental para volver a la piscina con dignidad. Aportan hidratación concentrada y son una fuente de proteínas que da un plus de energía a la calma chica de las siestas estivales.
Si la queremos de vino blanco, lo mejor es elegir cítricos para acompañarla. Y si la queremos de vino tinto, está claro, frutos rojos o las propias uvas le dan un toque super chic.
El proceso, también igual para los dos casos. Se calienta el vino, el zumo que queramos añadirle (en el caso del vino tinto la naranja le va muy bien) y el azúcar. Se hidrata la gelatina y se añade.
Luego se acompaña de la fruta. Para el vino blanco, la fruta fresca es la mejor opción, para el vino tinto, un truco: pasar las uvas por clara de huevo y rebozarlas en azúcar… tanto el aspecto como el sabor no os dejará indiferente.
Bizcocho
¡Qué agradecido que es un bizcocho! Para una tarde de tormenta, un desayuno contemplando el mar… o para cada vez que pasas por la cocina y le trincas un pellizco. Los bizcochos tienen ese don de alegrarnos la vida en cuestión de segundos.
La decisión de echarle vino tinto o blanco está clara: si lo hacemos de chocolate, vino tinto, si lo hacemos de limón, vino blanco. No dejan ningún aroma de vino, si no lo sabes, es muy probable que ni te des cuenta de que llevan, pero le aportan una jugosidad increíble.
Mousse
Hacer una mouse es sencillo y además admite cualquier ingrediente. Y como no, el vino le va como un guante. La base, la de todas las mousses es nata montada, azúcar y claras de huevo.
Al vino tinto, como en las gelatinas, los frutos rojos o el chocolate lo complementan genial. Para el vino blanco, una mousse de limón resulta deliciosa.