La poderosa energía del sol.
El viñedo nunca duerme. En verano las vides están en todo su esplendor, las ramas, las hojas y los tallos crecen y no siempre esa profusión de naturaleza es buena para la vid.
Con el verano llega la hora del deshojado y del desniete, una labor meticulosa y muy laboriosa que precede a la cosecha. Cada detalle mejora la calidad…
Conocer cada una de las fases del viñedo nos permite apreciar aún más si cabe el resultado final que descorchamos en una botella. El trabajo el mimo y la dedicación que los viticultores emplean en sus viñedos, son fundamentales para conseguir la tan esperada uva en sus condiciones óptimas.
Comenzamos por el deshojado. En la fase de la prefloración, cuando los racimos son pequeños capullos esperando su polinización, el deshoje consiste en quitar las hojas que están más cerca de la tierra. Estas hojas basales si se dejasen favorecerían la proliferación de plagas, la planta no se airearía bien y los racimos de uvas estarían mucho más cuajados. A primera vista parece que un racimo cuajado es algo mejor, pero no. Cuanto menos cuajados están los racimos, más calidad tendrá la uva. Sanear y limpiar siempre evita problemas.
Esta intervención demuestra rápidamente sus resultados. En función de cuando las haces, tiene un efecto u otro. Si se quitan pronto, baja la producción aumenta la calidad. Si se hace más tarde, no bajará la producción, pero tampoco aumentará la calidad. Y si se hacen más tarde aún el único beneficio es el sanitario. Ese es el verdadero trabajo de campo. Es fascinante como, simplemente quitando cuatro hojas a su tiempo, podemos incidir en el crecimiento de estas maravillosas plantas.
Más sofisticada aún es el trabajo de desniete. Una labor delicada que quita los brotes secundarios, de esa manera la cepa concentra todos sus nutrientes en las ramas con uva. Esta acción se hace a mano, una a una y suele comenzarse por el despunte. Esos brotes que salen en las puntas de las ramas más altas, y que en algunas partes llaman zarcillos, se eliminan con un simple despunte. Y como todo en el campo tiene su valor, en algunos lugares utilizan estos despuntes para aromatizar ginebras.
Despuntando de esta manera también se evita el daño del viento, dándole más vigor al sarmiento. Gracias a estas dos acciones, la uva crece y se alimenta, sin el forraje exagerado que, lejos de protegerla, la pone en peligro. Ahora ya solo queda esperar y ver cómo las uvas van engordando y madurando con los rayos del sol de verano.