Saber recibir la primavera
Estamos en la semana en la que entra la ansiada primavera. Se nos abre todo un mundo de días soleados, temperaturas agradables y campos en flor. El invierno ha sido duro y quiere irse. La idea de preparar una primera escapada con nuestros amigos en el lugar adecuado siempre es una idea rompedora. Imaginar un picnic bucólico, con buenos alimentos y mejor vino se me ocurre la mejor manera de celebrar la vuelta de la buena de Perséfone a la tierra.
1.- EL BOSQUE.
Un día de campo, con una buena caminata entre árboles, claros y sombras. A ser posible encontrar algunos espárragos trigueros de los que van naciendo ya por estos días o unas setas de primavera agazapadas que comienzan a salir tras el frio invernal.
El Bosque de la Herrería en la Comunidad de Madrid es uno de esos lugares a los que llegas y te atrapa. Está junto al Escorial, por lo que también se puede complementar con una visita cultural al Monasterio y al pueblo. Junto a él se levanta la ermita de la Virgen de Gracia, y justo a su lado, hay una zona de picnic, bajo los pinos, con mesas de merendero para el que no quiera estirar la manta en el suelo.
Si queremos más intimidad cualquier rincón bajo los robles y fresnos, los enebros y los sauces, el picnic puede resultar delicioso.
En este bosque está la famosa silla de Felipe II desde donde vigilaba las obras del Monasterio. Para los entendidos, en la parte baja de la silla hay un ejemplar de arce Montpellier con más de 10 metros de alto.
Y para que el picnic sea castizo como el entorno, qué mejor que unos bocadillos de calamares, unos torreznos de aperitivo y, si durante el paseo hemos visto corujas en las orillas de los arroyuelos, una ensaladita de corujas con aceite y sal para hacer bien la digestión. A la hora de maridar este magnífico y sencillo picnic, no le tengamos miedo a llevar un rosado espumoso de Faustino que el torrezno siempre lo agradecerá.
2.- EL VALLE
Navarra es tierra de valles verdes y frondosos que en primavera se vuelven espectaculares. En el Valle de la Valdorba, pequeño y recoleto entre el valle del Ebro y el Pirineo, se puede disfrutar de la naturaleza, contemplar uno de los románicos más bellos de la península. La oferta es generosa. Ver aves rapaces, coger setas e, incluso con un poco de suerte, alguna trufa.
Un día de relax en esta tierra no tiene precio, y para cuando se abra el apetito, estirar manta, sacar el pan, el vino y unas ricas viandas de la zona. No puede faltar la chistorra, unos pimientos cristal asados y unas migas. Si de postre nos atrevemos con un pastel ruso la caminata de vuelta se hará mucho más placentera. Para beber, la opción del Fortius Blanco Viura Chardonnay de Marqués de Valcarlos, no os defraudará.
3.- PLAYAS Y PISCINAS FLUVIALES
Aunque todavía no hace temperatura para meter ni un dedo en el agua, la simple visión de una orilla y el agua fluyendo por ella, es suficiente estampa para relajarnos del estrés de la semana.
Castilla y León está llena de playas fluviales y de piscinas y gargantas donde darse un chapuzón y practicar algún deporte acuático.
En el río Alberche, en plena Sierra de Gredos, están las piscinas naturales de Navaluenga. Son bastante grandes, se puede practicar el piragüismo y tiene en las orillas muchas zonas de césped y duchas para acomodarse y pasar un día estupendo.
Alrededor hay muchos chiringuitos y merenderos donde poder comer. Pero si lo que buscamos es una experiencia total campestre… cesta y manta y a comer en el suelo como los pastores.
Abrir una botella de Portia Crianza es una dosis de alegría mientras se prepara la mesa. Unas patatas revolconas con torreznos, unas chacinas de Guijuelo y unos Quesos de la Vera son el contrapùnto perfecto. ¿De postre? Una yemas de Santa Teresa, que a Dios también se le encuentra entre los fogones…