La joya diferente de Bodegas Campillo
Lo raro es diferente y eso siempre es un reto. Lo que se esconde detrás de una etiqueta de CAMPILLO RARO CUESTA CLARA es la referencia a un vino que cautiva. Seguro que nuestra memoria gustativa guarda un rincón para captar los muchos matices de un vino diferente.
Para hacernos una idea del reconocimiento de este vino en los rankings internacionales la añada del 2015 obtuvo 94 puntos por el prestigioso catador James Suckling. La del 2011, 95 puntos en Decanter Magazine 2019. Las del 2010 y 2008, 94 puntos Guía Peñín 2018… dos medallas de plata en los Decanter Asia Wine Awards 2013 y 2015 en Hong Kong con las cosechas de 2005 y 2008…
Parece que el “Raro” gusta a todo el mundo. Por esta razón este vino esta cada vez más presente en las mesas más modernas y con gustos más vanguardistas del panorama internacional, dada su versatilidad de maridaje y su profundidad de aroma y de sabor. Sin entrar en detalles técnicos, algo hace a este vino tan atractivo como polivalente.
Si bien es verdad que las Bodegas Campillo fue una apuesta hacia la modernidad en el vino del Grupo Faustino, su máxima expresión la alcanzan con este vino. El concepto que le vio nacer es el que prevalece en toda Francia, el concepto de chateau, con hectáreas de viñedo autóctono rodeando las instalaciones que lo verán madurar.
El viñedo está concretamente entre Laguardia y la Sierra de Cantabria, donde ocupa un puñado de hectáreas de suelos pobres, de bajo rendimiento, pero de generosos matices. Poco fruto, pero muy bien estructurado.
El artífice de que este Tempranillo 100% sea un rara avis entre sus compañeros de uva es la variedad, pocas veces utilizada, del Tempranillo peludo. El Grupo Faustino conservó en la Rioja Alavesa, más concretamente en Laguardia, un viñedo de esta variedad, que ha estado olvidada durante bastante tiempo por su escasa productividad. ¡Y dieron en el clavo!
El tempranillo peludo es más afrutado y suave que el lampiño. Y la diferencia estriba en que las hojas del peludo caen antes en tiempo de vendimia, permitiendo así que el racimo reciba más luz y endulce su maduración.
La crianza es similar. Su ficha técnica parece una crónica de sociedad. En el caso de Raro Finca Cuesta Clara, son 26 meses en barrica de roble francés, lo que le imprime un aroma complejo y elegante. Tiene aromas minerales, de fruta negra, notas de café y chocolate, y maderas nobles. Y en boca, es fino y persistente.
El maridaje resulta también más versátil y amplio que el del tempranillo común. Carnes a la brasa, setas a la plancha, quesos de mediana curación como el emmental y el gruyere. ¿Pescados? Un besugo al horno, un marmitako de bonito, o un bacalao al pil-pil demuestra que el pescado tiene buenos amigos entre los tintos. Las combinaciones solo acaban donde termina la imaginación del comensal… y ahí es donde empieza nuestra labor. Una apuesta perfecta para una degustación de nivel.
Dicen los expertos que la añada del 2015 se puede conservar hasta el 2027. En mi caso, estoy seguro que no llegará!