Arquitectura para estimular los sentidos.
Las bodegas Faustino de la Familia Martínez Zabala, lleva ya cuatro generaciones trabajando y dando valor a la creatividad. Sus vinos tienen un prestigio bien ganado en el mundo de la viticultura y sus bodegas son un referente de creación y laboriosidad. Los propietarios de las Bodegas Campillo, Valcarlos, Marqués de Vitoria, Leganza y Portia suman con sus instalaciones de Oyón, en la Rioja Alavesa, uno de los centros de referencia para los amantes del vino. Tradición y modernidad se dan la mano en unas bodegas de prestigio internacional que ahora ven ampliado su alcance con una nueva edificación firmada por el mismísimo Norman Foster.
La bodega, recientemente presentada por el propio arquitecto junto a la Familia Martínez Zabala, llega con la ambición de convertirse en uno de los conjuntos más innovadores en el sector. No podría ser de otra manera en esta época, con nuevas preocupaciones por la sostenibilidad uniéndose a la eterna búsqueda de calidad de los vinos.
Hay que tener en cuenta que las visitas y el ecoturismo han sido una de las grandes vías de transmisión de conocimientos para los asiduos a los productos Martínez Zabala. La nueva bodega será una llamada de atención a los visitantes y conocedores del trabajo de Bodegas Faustino. El objetivo de Foster ha sido lograr que el visitante no solo admire la construcción, sino que realmente se introduzca en un mundo en el que se vive, se crea y se trabaja para el mundo del vino. Podrá ser visitada para que sus virtudes no sean solo admiradas, sino también disfrutadas por muchos.
La edificación será hecha de madera de bosques locales y 100% autosostenible, no hace nada de cara a la galería. Dispone de un amplio techo de vidrio con las más modernas tecnologías fotovoltaicas, capaces de multiplicar por seis la energía consumida y, por tanto, capaz de redistribuir y aprovechar semejante excedente para el resto de la bodega. La abundante presencia de luz natural gracias a las numerosas cristaleras es importante en el interior para, de paso, no solo iluminar y crear un determinado impacto estético, sino también economizar y aprovechar todavía más esa producción minimizando el consumo. El edificio solo consume un 20% de lo que produce, y lo demás se utiliza en el resto del complejo, un efecto que Foster llama “Energía Plus”.
La impresión de amplitud – reforzada por los colores terrosos, tan en comunión con el espíritu de una bodega – y otras muchas decisiones de diseño tomadas por Foster y su equipo equiparan esta bodega con los edificios de vanguardia más eficientes y prestigiosos del mundo. El legado de Martínez Zabala, siempre a la búsqueda de las raíces (familiares, de la tierra) sigue presente y demostrando que es más vigente y actual que nunca, e incluso necesaria.
