La selección empieza con la tijera.
Desde que la primavera llegó a nuestros viñedos hemos ido viendo la labor de los viticultores y siendo testigos de la brotación, del cuajado y llega el tiempo de la poda en verde.
Todos los meses de mayo comienzan la llamada espergura, una de las partes fundamentales de la poda en verde o poda de primavera.
En la zona de La Rioja es donde más abunda el término de espergura y, quizá por este motivo, sea el nombre más usual que nos encontraremos al hablar de la poda en verde. Un nombre poderoso que demuestra fonéticamente, su importancia para el productor.
Básicamente, desde el mes de abril y hasta junio las vides se espergan, se despuntan, se deshojan y se clarean. Todas estas acciones son las que conforman la tan necesaria poda en verde, que le marcará el perfil a la cosecha. La labor del viticultor a la hora de plantear esta poda es crucial para el resultado de la cosecha. No sólo es un cuestión de volumen de producción, también tenemos que fijarnos en el tratamiento que conlleva para la planta.
Se eliminan los brotes que salen en los troncos, que si no se quitaran, le quitaría fuerza a las mejores yemas. Los viticultores saben bien los brazos que no darán racimos y los van podando con mimo para dejarle toda la energía a la planta y a los brazos que darán las uvas.
El mejor momento para hacerlo es cuando los brotes tienen de 15 a 20 centímetros. Dependiendo de la zona donde se encuentre el viñedo esto puede ser tanto a finales de abril como a principios de junio. Dar con el punto justo es vital ya que si la poda es muy temprana, le puede pillar alguna helada tardía y eso dañaría las heridas de la poda. Si por el contrario se poda tarde, las cicatrices de las heridas no cerrarán bien y eso dañará también a la vid.
Toda acción tiene un objetivo. ¿qué conseguimos con esta poda?
- Regulará la producción. Elegir las mejores ramas que darán el soporte a los nuevos racimos. Si no se hiciera la poda de primavera, este trabajo no valdría de nada y la planta crecería incontroladamente.
- Estimula el crecimiento de los pámpanos que ya quedaron y así serán más resistentes a cualquier agente externo y su calidad e intensidad mejorará.
- Mejora la penetración de la luz. La luz del sol es fundamental para que la uva madure y tenga su punto de acidez y de azúcar preciso. Al podar la planta se despeja y los rayos del sol penetrarán mejor en las zonas que más interesa.
- Al aliviar a la planta de vegetación, también el aire podrá ventilar mejor, equilibrando las altas temperaturas del verano.
- Retrasa el envejecimiento de la planta ya que el estrés al que se ve sometida es menor.
- Los tratamientos fitosanitarios tienen mayor efectividad.
En definitiva, nuestro objetivo es tener la planta en forma, cuidada y mimada para tener una buena cosecha y una mejor añada.