Mucho más que una moda; el cerrado de botellas
Desde hace unos años se viene produciendo una cierta polémica alrededor de los tapones que cierran las botellas de vino. Se habla mucho de las ventajas del corcho natural o sintético, frente a la silicona y a la rosca, pero la verdad es que, en la mayoría de los casos, se desconocen las características y ventajas de cada uno de ellos.
Está claro que los tapones son esenciales porque el vino necesita respirar, ya que de esta forma la oxigenación se produce poco a poco y se consigue que el vino evolucione. Pero la presión de los ecologistas y los elevados costes económicos han favorecido que se planteen alternativas al corcho natural.
Hasta hace poco tiempo, el corcho era el único material que reunía las condiciones óptimas necesarias para cerrar una botella. El tapón de corcho tiene la capacidad de limitar la entrada de oxígeno en el interior y retrasar así la oxidación natural del vino. Además, es el idóneo para los crianzas, reservas y grandes reservas.
Pero, para hacer frente a los posibles problemas por el uso del corcho, sobre todo económicos, se han diseñado alternativas de taponado, como los tapones de corcho sintético, los de silicona y las cápsulas metálicas de rosca.
Pero vayamos por partes y veamos las diferencias que hay entre unos y otros.
En primer lugar, hablemos del corcho. El corcho natural se extrae del tronco del alcornoque, sin dañar el árbol. Este tipo de tapón impide que el vino salga de la botella, es muy impermeable y de larga duración. Por ello, es el más adecuado para los vinos de guarda, que se espera, mejoren con el tiempo en botella.
Las botellas taponadas con corcho deben colocarse inclinadas para evitar que este se seque. Mientras el corcho esté mojado, se expande sellando la botella más fuerte y dosificando la entrada de aire de la atmósfera casi al mínimo, aportando al vino el oxígeno que se encuentra almacenado en el interior del corcho, de forma natural. El hecho de abrir una botella es todo un ritual y siempre es importante disponer de un sacacorchos a la altura.
El corcho sintético se elabora a partir de materiales plásticos con propiedades elásticas. Entre sus ventajas figura que no dan problemas de TCA, es decir que el vino huela y sepa a corcho, ofrecen una amplia gama de colores y permiten mantener el ritual del descorche.
El inconveniente de estos tapones tiene que ver con la conservación del vino, pues apenas permiten el paso del oxígeno, así que impiden que los vinos evolucionen en la botella.
Por otra parte, el tapón de silicona se considera apto para vinos jóvenes y de consumo rápido. Este tipo de tapón cierra herméticamente la botella y evita que entre aire en el interior. Por este motivo, es ideal para vinos que no se espera que evolucionen y que se consuman más o menos en los dos años posteriores a su fecha de embotellado. El peligro está en que los vinos se oxidan más rápido y se puede producir una ligera absorción de los aromas con lo que pierden un poco de intensidad aromática.
Este tipo de tapones se fabrican a partir de diferentes polímeros plásticos y siliconas. Inicialmente eran totalmente estancos, aunque ahora mismo se están produciendo con diversos métodos para permitir la adición de oxígeno al vino. El problema está en que la silicona a los tres años comienza a reducir su volumen, con lo que pierde capacidad de sellado.
Y, por último, el tapón de rosca es el más fácil y cómodo de abrir, ya que no se necesita sacacorchos. Como el de silicona, se utiliza para vinos jóvenes, de consumo inmediato. También se ha probado su eficacia en los vinos blancos, cuya frescura se mantiene y, al igual que los de plástico, pueden almacenarse de forma vertical.
La costumbre de los tapones de rosca se está asentando principalmente en el sector de la hostelería, por su coste y porque es muy práctico, al permitir abrir y cerrar rápidamente la botella y servir el vino por copas. La verdad es que este tipo de tapón no está muy valorado porque le resta elegancia al servicio y, además, impide respirar al vino.
La aparición y uso de estos dos últimos tipos de tapones, silicona y rosca, lo han extendido los productores de vino de Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, principalmente. Países de influencia anglosajona que son nuevos productores de vino a nivel mundial y que han obviado el uso del corcho como elemento de cierre. En cambio, España, Portugal y Francia, productores de corcho, siguen apostando por el tapón de corcho tradicional.