Camino y vino, nuestros antepasados ya lo hacían
Los antiguos, que sabían de todo aunque no tuvieran internet, tenían un dicho para enfrentarse a los problemas: Solvitur ambulando. O, lo que es lo mismo, que todo se resuelve caminando. La frase se puede entender de varias maneras pero la que nos interesa ahora es la de que cuando te mueves al ritmo natural de un paseo todo parece mejorar.
El ejercicio físico, el influjo del sol y el aire puro, todo genera una serie de cambios en nuestro cuerpo que son de agradecer. Y sobre nuestra mente. Muchos filósofos, como Aristóteles, Kant o Nietszche, hicieron de las caminatas la base de su pensamiento. Y aunque no pretendamos llegar a elucubraciones tan elevadas como las de los autores citados, cualquiera se habrá dado cuenta que la cabeza se despeja con un buen paseo en la naturaleza, y parece que entonces los pensamientos fluyen con facilidad. Entonces, cuando se ve claramente algo que hasta entonces parecía un embrollo, es el momento de reconocer que “Todo se resuelve caminando”.
Los paseos por la naturaleza son la mejor forma de ocio que se conoce. Y una de las más económicas. Montañas, valles, bosques y riberas están a nuestro alcance para caminar y disfrutar. Sin embargo había un medio en el que muy pocos han paseado, y la razón es que se encuentra en terrenos privados. Los viñedos forman parte del paisaje de todas nuestras provincias pero casi siempre se encuentran al otro lado de una verja. Además, de la misma manera, el concepto de enoturismo se ensancha, y el conocimiento que puede adquirir el visitante de este universo tan complejo como maravilloso que es el del vino se hace mucho más intenso. Y así todo se valora mucho más.
Recorrer los viñedos es el complemento ideal antes o después de visitar unas bodegas. Así todo cobra su sentido: se pisa el terreno en el que crecen las vides, se camina por las lomas y se siente el cambio de orientación de cada ladera, la forma en que reciben los rayos del sol, se aprecian las diferentes maneras en que se puede plantar una viña, dejar que crezca o cuidarla. Si se hace un recorrido de esta clase cuando los racimos están en su esplendor se pueden apreciar a primera vista muchas de las características de las uvas y, además, aprender a distinguir las diferentes variedades.
Un buen guía no es sólo el que muestra el camino, sino el que explica, el que permite entender lo que se encuentra delante de nuestros ojos. Es como si nos enseñaran a leer el paisaje, las plantas, los caminos, la tierra. En el camino se puede pasar no sólo por viñedos, sino también por caminos antiguos, bosques, puentes, tal vez restos de antiguas culturas, quién sabe si un dolmen o una ermita románica. Y sentir la belleza del paisaje.
Todos estos elementos complementan los atractivos de una caminata en una región de viñedos. Por ejemplo, con la primera etapa del GR 38, conocido como la Ruta del Vino y del Pescado, llamada así porque sigue un viejo camino de arrieros que llevaban el pescado desde los puertos vascos hacia el interior, de donde volvían cargados de trigo y, sobre todo, de vino. El GR (itinerario de Gran Recorrido) 38 va desde la villa de Oyón hasta el puerto de Bermeo a lo largo de 166 km.
Pero la primera etapa, entre Oyón y Laguardia es un paseo por la tierra del vino a los pies de la Sierra de Cantabria, con viñedos por todas partes pero también un interesante sistema de lagunas, las pocas que quedan ya que muchas fueron desecadas. Este recorrido de menos de 20 km puede combinarse con la visita a las Bodegas Marqués de Vitoria en Oyón y las Bodegas Campillo en Laguardia.
Otra opción muy diferente es recorrer la llamada Senda de los Molinos PRC-BU-21, por los alrededores de Gumiel de Izán. Es un recorrido circular de 17 kilómetros que sigue fundamentalmente las riberas del río Gromejón y va en busca de sus puentes y molinos. Es un paseo por la naturaleza, la historia y los viñedos de la zona. Además, en un momento está ruta pasa muy cerca de Bodegas Portia, y así una visita completa perfectamente un paseo por esta tierra de viñedos.
Con el cuerpo vigorizado por una buena caminata en la naturaleza y entre viñedos, con las sensaciones acumuladas, con los conocimientos adquiridos, se entiende mucho mejor el trabajo de los viticultores y se valora mucho mejor el producto que ofrecen. Para disfrutar de la vida y del vino, lo mejor es empezar a caminar. Entre viñedos.