La integración de los sentidos.
Arquitectura y vino hacen buena pareja. Los grandes arquitectos se han convertido en verdaderas estrellas internacionales. Junto a los diseñadores de moda y los cocineros, se sitúan entre los creadores más influyentes y se les tributa un extraordinario reconocimiento. No es algo nuevo, pero la creatividad impone sus reglas, y eso siempre se valora.
Desde hace unos años los arquitectos internacionales más prestigiosos se han acercado también al mundo del vino y, gracias a ellos, el enoturismo pisa con fuerza en España. Las bodegas son un escenario perfecto para jugar con la vista y el tacto. El vino pone el resto. Muchos han descubierto que la industria vitivinícola y sus instalaciones ofrecen unas inmensas posibilidades creativas, siempre que se respeten unas leyes básicas respecto al entorno, la funcionalidad, la luz y la climatología. Es una manera más de poner el vino como “pilar” de nuestra cultura.
Algunas de las joyas arquitectónicas son de construcción reciente y se han convertido en objetivos turísticos de sus respectivas denominaciones de origen. Un buen ejemplo de ello son las Bodegas Portia, perteneciente al Grupo Faustino, situada en el corazón de la Ribera del Duero.
Otras tienen mucha mayor solera derivada de su antigüedad, como la Real Bodega de La Concha, de Jerez de la Frontera, obra de Gustav Eiffel en 1869. Así ocurre también con los Cavas Codorníu, de 1895 y obra del arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch, o con los Cavas Freixenet, también situadas en el Penedés, y proyectadas por los arquitectos Joan Torras y Josep Ros en 1923.
Incluso hay bodegas que son verdaderos museos de arte en sí mismos, como sucede con las Bodegas Tradición, también en Jerez, que atesora una espectacular colección privada de pintura española.
Todo esto viene al caso porque ayer, 21 de junio, a las 18,30 horas, se celebró en el Museo Thyssen-Bornemisza una mesa redonda, moderada por José Ribagorda, y seguida de una cata de vinos.
Con el título de ‘Arquitectura y Vino’, este encuentro, participaron enólogos y arquitectos españoles y húngaros. Su organización corrió a cargo de la Embajada de Hungría en Madrid, la Federación Española del Vino (FEV) y el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM).
Como ponentes han participado por la parte húngara: Hajnalka Szabó, enóloga de la Bodega Füleky, Tokaj; Dezső Ekler, arquitecto; y Gergely M. Filep, de Bodegas Disznókő. Y por parte española: Alejandro Aznar, presidente del Marqués de Riscal; Lourdes Martínez Zabala, miembro del Consejo de Administración del Grupo Faustino, por Bodegas Portia; Carlos Villar, director general de Bodegas Protos; Luis González Sterling de Bodegas González Byass; y Roberto Vicente, enólogo de Bodegas Ysios de Pernod Ricard.
Este encuentro acompaña la exposición temporal titulada ‘Victor Vasarely. El nacimiento del Op Art’ que se podrá ver hasta septiembre en el mismo museo.
Arquitectura y vino han creado grandes obras en las últimas décadas en España. Verdaderas maravillas arquitectónicos como resultado de la colaboración de arquitectos y bodegas de renombre. Tanto es así, que arquitectos internacionales famosos y prestigiosos estudios de arquitectura han planificado grandes proyectos para el diseño de bodegas y edificios relacionados con ellas como las mencionadas Bodegas Portia, obra de Norman Foster; la Ciudad del Vino de Marqués de Riscal, de Frank Gehry; o la Bodega La Grajera, de Juan Manuel Herranz y Marta Parra, entre otras.
En Hungría, aunque en menor medida, también ha habido creaciones importantes desde el punto de vista arquitectónico en el terreno de la vitivinicultura como la Bodega Kreinbacher, obra de Dezső Ekler; la Bodega Bazaltbor, de Péter Kis; o la Bodega Füleky, de Zsolt Félix y Tamás Fialovszky. La historia, los caballos, el vino y el arte siempre han sido un lazo para estas dos grandes naciones.