Los chiringuitos también pueden tener calidad.
Por fin han llegado las ansiadas vacaciones y los chiringuitos forman parte de ese sentimiento vacacional. La mayoría de los españoles las disfrutamos en esta época del año y nos desplazarnos a la costa donde esperamos descansar, relajarnos y desconectar.
Además de disfrutar del sol y del mar en la playa o navegando, las horas del aperitivo, del almuerzo, la última hora de la tarde y la cena suelen marcar un antes y un después en la jornada de cualquier veraneante que se precie de serlo. Y aquí surge un elemento fundamental de nuestras playas, el “temido” chiringuito.
Técnicamente, un chiringuito es un establecimiento, más o menos sofisticado, de edificación provisional o fija, destinado a la restauración. Los localizados en las playas suelen tener una actividad estacional, aunque hay algunos, que están abiertos prácticamente todo el año. ¿La Calidad? Suele ser una sorpresa difícil de predecir… Mejor disfrutar y no cuestionarse muchas cosas.
Aunque la cerveza y la sangría, muchas de ellas excelentes y con personalidad única, suelen ser las reinas de los chiringuitos, una opción más que recomendable es decantarse por algún vino refrescante para reconciliarnos con el mundo y calmar la sed.
Aunque hay que ser respetuosos con los gustos quizá demasiado populares de muchos de los clientes del chiringuito playero y que se suelen reflejar en el consumo de vinos muy corrientes, pero de mucho éxito entre los consumidores sobre todo del litoral mediterráneo y atlántico andaluz, en España hay muchos vinos fantásticos que también se pueden disfrutar en este tipo de establecimientos.
Tomarse una copa de vino en la playa no es tan simple como parece, ya que el calor y la comida son factores que pueden afectar negativamente a esa experiencia, que normalmente es muy gratificante. Por eso, aquí van algunas recomendaciones para disfrutar al máximo la combinación de vino, sol, arena y mar.
Para comenzar a disfrutar del sol y a la hora del aperitivo, nada mejor que una burbujeante copa de cava, muy, muy frío. Aquí una buena sugerencia es la elección de cualquiera de los cavas que se elaboran en Bodegas Faustino: Brut Reserva, Semi Seco, Extra Seco y Rosado.
Por supuesto, un capítulo aparte merece la querencia del consumidor español por tomar, especialmente en verano, vinos blancos fríos, tanto como aperitivo como para acompañar, sobre todo, pescados y mariscos. Y aquí nada mejor que un Marqués de Valcarlos Chardonnay, un vino limpio, brillante, fresco y elegante. Resulta también ideal con cualquier tipo de carne, arroces y verduras a la plancha. Tampoco defrauda acompañando diferentes clases de quesos.
Pero también es recomendable dejarse llevar por la frescura de los rosados. El rosado es un vino muy versátil que acompaña a las mil maravillas esas comidas ligeras e informales en el chiringuito playero: entrantes, tapas, tortillas, ensaladas, arroces y pastas… Y en este apartado, una buena sugerencia es el Campillo Rosado, un monovarietal de tempranillo. Se trata de un vino limpio, fresco y brillante. Con un bonito color rosa salmón y tonalidad frambuesa, es intenso, equilibrado y frutal.
Y para los que no pueden pasar sin beber vino tinto, lo mejor es que se decanten por los vinos jóvenes, es decir sin apenas crianza. Aquí, una buena sugerencia es el Faustino VII Tinto. Se trata de un monovarietal de tempranillo con una crianza de solo seis meses en barrica de roble americano. Además, resulta muy fresco y elegante.
Y, por último, una cuestión importantísima, la temperatura de servicio. Una temperatura inadecuada cambia totalmente la percepción de las características de un vino. Por eso es fundamental comprobar la temperatura del vino y pedir, si es necesario, una cubitera con hielo y agua fría. Desde luego, lo más apropiado si se trata de vinos que se beben fríos, como los blancos y los rosados, es que te los sirvan directamente con una cubitera. Beber vino es disfrutar de la vida… Simple pero efectivo!