Senda del Duero, julio, calor y el otro Tour

//Senda del Duero, julio, calor y el otro Tour

Senda del Duero, julio, calor y el otro Tour

Curiosidades del padre Duero.

Ya lo decían los clásicos… Las bicicletas son para el verano. Por eso hay lugares de nuestra tierra a los que conviene regresar una y otra vez porque en ellos está nuestra historia. El inconveniente de seguir un río es que podríamos pensar que es una línea que se sigue y que, si regresamos otra vez volveríamos a hacer el mismo camino. Pero afortunadamente siempre hay desvíos que nos llevan a destinos diferentes.

El padre Duero tiene su propio tour y siempre nos permite volver una y otra vez y en cada ocasión nos permite descubrir un tesoro diferente. Como otras veces podemos tomar como guía el sendero GR-14, que atraviesa el sur de la provincia de Burgos rozando las orillas de uno de nuestros ríos favoritos.

Senda del Duero, Monasterio de Santa María de la Vid

El monasterio de la Vid es uno de esos monumentos a los que no nos cansamos de regresar. Su masa imponente, el recuerdo de historias y leyendas, la gran biblioteca que llegó a acumular y esa maravillosa leyenda de la aparición de la Virgen sobre una vid nos conquista el corazón cada vez que la recordamos.

Tomamos nuestras bicicletas y con ánimo mañanero cruzamos el Duero y exploramos la orilla derecha del río. Nuestro destino puede ser Zuzones, que tiene a gala ser el último pueblo de España en un listado alfabético. Un recorrido por esta zona nos permitirá descubrir la maravilla natural de las chimeneas de las hadas, unas curiosas formaciones geológicas. Además de árboles de ribera, en esta zona encontraremos buenos ejemplares de encinas, enebros y sabinas que nos transmiten esa imagen de la vieja Castilla.

Senda del Duero

Regresamos hacia Santa María de la Vid con la idea de visitar el retablo y el coro y meditar sobre los grandiosos monumentos que esconde nuestra tierra. A veces podemos pensar que la historia se repite continuamente. Siempre se habla de estas tierras del Duero como una región de frontera en la Edad media y la creación de nuevos pueblos para colonizar la zona en la época de la Reconquista. Al llegar a Guma descubrimos que efectivamente la historia se repite y este es un pueblo de colonización, pero del siglo XX, creado para alojar a los trabajadores de las presas y embalses de la zona. El lugar para sentir la historia de otros siglos es Vadocondes, uno de los mejores lugares para vadear el Duero en toda esta zona. Esta facilidad le dio una importancia estratégica muy importante en otros siglos, cuando no había puentes.

Senda del Duero, Vadocondes

En muchos lugares del recorrido encontraremos buenos lugares para disfrutar de la buena mesa, pero será difícil evitar Aranda de Duero, uno de esos lugares a los que hay que peregrinar para disfrutar del lechazo. Lo bueno de hacerlo en bicicleta es que el ejercicio abre el apetito y así podemos enfrentarnos a una pierna de cordero asada al estilo arandino acompañada por una botella de Portia, surgido de las mismas tierras que el cordero. Un buen pan de la zona completa esa sabrosa trinidad casi sagrada.

Senda del Duero, Vadocondes

Si se tienen ganas de continuar río abajo hay que buscar el camino para llegar hasta Berlangas de Roa para encontrar una historia curiosa. En 1811, en plena guerra de la Independencia, aquí cayó un meteorito, y los soldados franceses que se encontraban en la zona pensaron que los atacaban a cañonazos. El general Dorsenne investigó el caso y recogió varios fragmentos, que envió al Museo Nacional de Historia Natural de París para que los analizaran.

No son ninguna tontería ya que el fragmento más grande pesa más de un kilo. Otro fragmento se encuentra en el Observatorio Astronómico del Vaticano. En Berlangas de Roa el ciclista aventurero puede recordar la historia y conformarse con observar una reproducción.

Un recorrido por la zona no puede acabar sin una visita a la gran catedral del arte moderno que es la imponente Bodega Portia, en Gumiel de Izán, creada por el estudio del prestigioso arquitecto Norman Foster. La bicicleta y el Duero nos lleva a descubrir muchas historias que están más allá de sus orillas.