Se acabó, 2020 será mejor

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Se acabó, 2020 será mejor

2020 casi llama a la puerta…

“Año Nuevo, vida nueva”, dicen algunos. Otros, más modestos, nos conformamos con que la vida nos sonría un poco más que el año anterior. Lo importante, para ser conscientes de que empezamos un nuevo año, es celebrarlo, marcar un rito de paso que nos haga ser conscientes de ese momento especial. En diferentes culturas se realizan ritos propiciatorios. Con vino siempre todo resulta más fácil.

En varios países sudamericanos como Colombia y Chile, es costumbre salir a la calle con una maleta y dar la vuelta a la manzana, lo que propiciará un año nuevo muy viajero. En Puerto Rico se tiran cubos de agua por la ventana para librarse de los males del año que termina. En Filipinas hay que tener unas monedas en el bolsillo y hacerlas sonar en el momento de las campanadas.

En Dinamarca se rompían platos viejos en las puertas de las casas. Los rituales cambian de un país a otro pero todos significan lo mismo: olvidar lo malo del año que termina y empezar con los mejores deseos el nuevo. Por cierto, que una costumbre muy extendida por todo el planeta es besarse y abrazarse con los seres queridos, la celebración más barata y emocionante que puede haber. Otra cosa que nunca falta es la buena mesa, parece que el ser humano no puede celebrar nada sin comer y beber en condiciones.


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Portugal

En Portugal la comida es sagrada así que la última cena del año tiene que ser especial. En ese momento, con los ánimos puestos en la celebración, nunca faltan los clásicos de la buena mesa como marisco, bacalao o pavo. En Oporto es costumbre que no falte un plato de pulpo a la brasa con su buen chorro de aceite de oliva. Los buenos vinos portugueses están presentes en esta ocasión señalada. Un detalle que pude parecer curioso es que en el momento de las campanadas se toman las uvas pero lo característico es que se trate de uvas pasas. Con la cena ya terminada hace tiempo, porque en Portugal se cena muy temprano para nuestras costumbres, hay tiempo para salir a la calle y celebrar sin pausa y buen humor la primera madrugada del año.


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Austria

En Austria, como en otros países europeos, la cena de Nochevieja tiene un carácter menos familiar que la de Nochebuena por lo que son más propensos a celebrarla con amigos o fuera de casa en restaurantes y locales. Un plato muy típico de esta cena es la fondue de queso, que siempre genera momentos divertidos y es algo muy fácil de compartir.

Muchos austriacos queman incienso como mágico ritual para espantar los males y tener un próspero año nuevo. En el momento de las campanadas no puede faltar un brindis con champán y, si se puede, bailar un vals. Hay música en las calles y puestos que sirven vino caliente así que la alegría reina por doquier. Algunos afortunados se recogen temprano porque tienen entradas para el concierto de Año Nuevo en Viena, para el que es difícil encontrar entradas.


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Grecia

Una costumbre típica de la Nochevieja griega tiene que ver con las granadas. En algún momento del otoño se coloca una granada en la puerta de la casa y con la llegada del Año Nuevo se tira con fuerza contra el suelo para que se rompa en mil pedazos, lo que supone un símbolo de abundancia, prosperidad y buena suerte.

En lo gastronómico no puede faltar la llamada Vasilopita, el “pastel de san Basilio”. Hay infinidad de variantes en su receta y de hecho puede ser tanto dulce como salado. Pero hay dos detalles que lo definen sin duda: lleva como decoración una cruz y el símbolo del año y en su interior no puede faltar una moneda de oro, un concepto que nosotros imitamos en el roscón de reyes. El padre de familia es el encargado de cortarlo y repartirlo según un complejo ritual.


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República Checa

La República Checa es tierra de tradiciones asentadas y las de fin de año no se las salta nadie. En este país centroeuropeo abundan los pueblos y ciudades de postal, con sus torres y casas de tejados inclinados que crean una imagen de cuento. La nieve hace posible una blanca Navidad que aporta todavía más ambiente. Una cena de Nochevieja es un repaso por algunos de los clásicos de la gastronomía checa. No pueden faltar las carnes ahumadas de Moravia, las “kuba”, perlas de cebada con setas y ajo que funcionan como entrantes calientes. Como plato principal suele figurar algún tipo de ave con patatas salteadas knedliky y col blanca o roja estofada o codillo de cerdo asado a la cerveza negra con aderezo de mostaza y salsa de rábano blanco. La República Checa es un país cervecero pero el vino adquiere poco a poco el papel que debe tener en cualquier buena mesa que se precie.