Una “docta” combinación.
El vino, ese elixir que libró de enfermedades y epidemias en la Edad Media, que representó la sangre de Cristo y que alimentó el alma hasta de los musulmanes de la época, tuvo una buena promoción en los monasterios cristianos de toda Europa. De entre todas las órdenes la de los Benedictinos y Cistercienses fueron las que más influyeron en el perfeccionamiento de la elaboración del vino y el cultivo de las vides, dejando así algunos de los viñedos más prestigiosos del mundo para las futuras generaciones. Conocerlos es mucho más que turismo.
Abadía de Saint-Pierre de Hautvillers. Francia.
Empecemos por, quizá, la abadía más famosa en lo que a licores se refiere, por ser la que vio nacer al champagne.
Esta abadía fue fundada por San Nivardo, obispo de Reims en el siglo VII, pero fue en el siglo XVII cuando llegó a esta congregación Pierre Perignon, natural de esas tierras y que se hizo cargo de la bodega de la abadía. Aquí fue donde puso en práctica las enseñanzas que traía de la abadía de Sanit-Hilaire de Carcasona y alumbró el famoso champagne.
Pierre Perignon recibió 10 hectáreas de viñas en un estado lamentable y entregó a su sucesor 24 y bastante mejoradas. ¿Su truco? empezó a arrancar viñas en mal estado y a plantar ejemplares con raíz, además cada año arrancaba una pequeña parte de las plantas viejas para que así el viñedo estuviese siempre renovado. Gracias a esta tradición la zona de Reims tiene algunos de los viñedos más importantes de Europa y las burbujas más famosas…
Monasterio de Scala Dei en Tarragona. España
Fue en 1194 cuando se fundó este monasterio en época del rey Alfonso II el Casto. La cartuja fue fundamental en el origen del cultivo de la vid en la región.
La leyenda cuenta que el rey Alfonso II de Aragón donó estas tierras a la Orden de los Cartujos para que construyeran un monasterio y encontraran el lugar más adecuado para construirlo. Durante la investigación encontraron a un pastor que les contó un sueño que había tenido en el que unos ángeles subían al cielo por una escalera apoyada en la cepa de un pino, y los monjes interpretaron esto como una señal de Dios para construir su monasterio.
Su cultivo dio lugar a la tradición vitivinícola en lo que hoy es la zona actual del Priorato, una de las denominaciones de origen con más personalidad de España. Gran lugar para visitar…
Monasterio Eberbach en Rheingau. Alemania.
Este monasterio es mundialmente conocido por ser el escenario natural de la película El nombre de la Rosa. Los benedictinos que aquí habitaban, con su máxima de orat et labora, hicieron prosperar económicamente esta tierra durante los siglos XII y XIII gracias al cultivo y producción del vino. Seguro que San Benito daría el visto bueno.
En esta zona de Rheingau se cultivan las variedades de uva Riesling y Spätburgunder, unas de las más prestigiosas de las que se dan en los vinos alemanes. Esta es la frontera de la zona de vid de Europa, más al norte, ya no se puede cultivar debido a las bajas temperaturas y a la falta de sol.
Monasterio de Cluny en Borgoña. Francia
Borgoña siempre tiene una excusa. Cluny, desde la llegada de la Orden Benedictina en el siglo X fue una de las artífices de la estabilidad de la sociedad europea gracias a su código benedictino y uno de los centros neurálgicos de la cultura en Europa.
En Cluny, los monjes estaban liberados del trabajo físico, lo que les llevó a una escisión entre ellos mismos, separándose la Orden del Cister en estas tierras y siendo el origen de los grandes vinos de Borgoña.
Los cistercienses buscaban los mejores emplazamientos para sus viñas y los vallaban, buscaban la perfecta expresión de la tierra, y así con esa paciencia y buen hacer nacieron los “santuarios enológicos”. Dicen que los monjes olían las raíces de las plantas y si olía a humedad excluían esta parte de la tierra. La idoneidad de los emplazamientos que dejaron los monjes dieron lugar a los grandes crus tan afamados de la Borgoña.