Literatura y vino, Gargantúa y Pantagruel

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Literatura y vino, Gargantúa y Pantagruel

En pocas obras maestras de la literatura universal tiene el vino tanta importancia como en Gargantúa y Pantagruel, de François Rabelais. De hecho, se podría decir sin exageración que el vino es uno de los protagonistas principales. Es uno de esos libros infinitos, llenos de historias e interpretaciones. Y una de esas historias es la de Pantagruel que, junto a su amigo Panurgo, inicia un viaje en busca de la Divina Botella, el oráculo que resolverá todas sus dudas.

Gargantúa y PantagruelGargantúa y Rabelais es la mezcla más elevada de vino y literatura. Aquí el vino fluye como un río y, lo que es más importante, la felicidad se desborda con cada copa que se sirve. El mismo prólogo de la obra se abre con una exaltación del vino.

Los personajes beben vino en tal cantidad que parece que no podrían vivir sin él porque beberlo afecta, independientemente de la clase social, de forma positiva tanto al cuerpo como al alma. El vino une y reúne a los hombres ya que “nunca hombre noble el buen vino desprecia”. Rabelais hace del vino la bebida indispensable, la bebida sagrada, el elixir que permite que el hombre pueda unirse con su propio origen y la esencia del mundo. El vino “tiene el poder de llenar el alma de todos de verdad, saber y filosofía”.

Es muy fácil emprender el camino hacia el país de Gargantúa y Pantagruel ya que, igual que La Mancha de Don Quijote, es un espacio mítico anclado en la realidad. A pesar de ser la zona de los castillos del Loira nuestro viaje tiene más viñedos y campos de coles que tapices y vidrieras. Chinon, a orillas del Vienne, es el lugar donde iniciar las pesquisas que nos llevarán tras los pasos de Gargantúa y nos harán revivir las escenas más llamativas de las «Guerras Picrocholinas».

Gargantúa y Pantagruel, Chinon

Chinon conserva su aspecto de ciudad antigua y allí el nombre de Rabelais y el de sus personajes literarios aparece con frecuencia en las muestras de tiendas, hoteles y restaurantes. Una placa, en la rue de la Lamproie, recuerda el lugar en el que estuvo su casa familiar, mientras que una estatua le honra a orillas del río. En las cuevas excavadas en los precipicios cercanos – algunas de ellas pueden visitarse – envejecen los buenos vinos de Chinon, tan caros a Rabelais y a sus personajes. Los vinos de Chinon eran los favoritos de la corte cuando ésta se centraba en los castillos del Loira.

Gargantúa y Pantagruel, Chinon

A una decena de kilómetros de Chinon, Seuilly es el verdadero corazón de la Rabelaisie. En una salceda que se encuentra a medio camino nació Gargantúa, y se cree que también el propio Rabelais. La Devinière es la casa solariega de la familia y visitarla es sumergirse, de golpe, en el sigo XVI, pero también en la literatura ya que esta casona se trastoca en el castillo de Grandgousier, el padre de Gargantúa. En los viñedos que la circundan se produjo el episodio que desencadenó las Guerras Picrocholinas entre Grandgousier y Picrochole, cuyos incidentes forman ahora un itinerario turístico perfectamente marcado que se puede seguir en bicicleta. En esta zona se encuentran las que probablemente sean las viñas más antiguas de Europa, anteriores a la filoxera.

Gargantúa y Pantagruel

En cualquier recodo del camino hay que detenerse, visitar una cueva convertida en bodega, hojear los libros de nuestro guía y preguntarse qué ha cambiado y que permanece en el paisaje después de cinco siglos. Todo para recordar a este eclesiástico que vivía en concubinato, a este humanista que estudiaba a los clásicos y viajaba continuamente. Y gozaba de lo que podía. En algún momento hay que hacerle caso y obedecer esa orden que está escrita en una de las paredes de su casa: “trincket!”. Bebe.

Gargantúa y PantagruelFrançois Rabelais nació en 1494 en Seuilly, en la región de Turena, muy cerca del Loira, el gran río de los reyes franceses. Su primera gran obra fue Pantagruel, que trata sobre la vida de un gigante con un apetito desmedido. Dos años después publicó La vida inestimable del gran Gargantúa, padre de Pantagruel. Los dos libros, publicados bajo seudónimo, tuvieron un éxito extraordinario, siendo condenados por la Sorbona por obscenos y heréticos. Los libros tercero y cuarto de la serie vieron la luz varios años después.

Su último libro publicado fue Tratado del buen uso del vino, tema tan atractivo que merece ser tratado con la importancia debida.