Faustino en Fitur, a partir del próximo 17 de enero, en el Pabellón 9 Stand C15 para dar a conocer sus tres bodegas principales (Faustino, Campillo y Portia).
Llega una nueva edición de FITUR, la feria Internacional del Turismo, y es buen momento para recordar el papel que tiene esta actividad en nuestras vidas, estemos o no directamente relacionados con ella. España es una potencia mundial en muchos temas importantes. Por ejemplo, está entre los tres principales destinos turísticos del planeta.
El sector turístico es el responsable de más del 11% del PIB del Estado español y se afianza como una de las principales industrias, tanto por los visitantes extranjeros como por el turismo nacional. Pero también está entre los tres mayores productores de vino. No es de extrañar que, tarde o temprano, ambos mundos – el vino y el turismo – confluyeran para crear un mundo propio, intenso, interesante, pleno de posibilidades. El Grupo Faustino ha sido pionero en el enoturismo, la fusión de dos de los grandes placeres de la vida.
El enoturismo es mucho más que visitar bodegas y hacer una cata de dos o tres productos. Es vivir la aventura cultural de los vitivinicultores, que convierten unos frutos en alegría del espíritu al tiempo que generan trabajo y disfrute. Que alimentan el alma como cualquiera de las bellas artes pero también el cuerpo, como cualquier alimento. Todo ello ha generado un universo cultural, de modos de vida, de creación industrial y artística que merece ser conocido. Cuando sabemos qué bebemos disfrutamos mucho más.
Un ejemplo del nuevo enoturismo se siente nada más llegar a Bodegas Portia. El edificio es uno de los más interesantes de la arquitectura de vanguardia en nuestro país, de hecho es la única bodega del mundo diseñada por el estudio de arquitectura de sir Norman Foster, lo que supone la mejor combinación de arte, estética y funcionalidad que se pueda encontrar. A partir de ahí, las exposiciones de arte se combinan con la visita a los viñedos y la experiencia gastronómica.
Arte e historia también van de la mano en Bodegas Campillo, con sus exposiciones temporales de arte y con una interesante puesta en valor de artistas emergentes. La parte histórica también se asume en Bodegas Faustino, en Oyón. Una visita a la bodega es un paseo por la historia de los vinos riojanos y el esfuerzo de una familia por poner en valor su marca.
Por eso, el enoturismo se entiende así como diálogo entre la cultura, la tradición y el trabajo, el aprendizaje de lo que lleva a conseguir un vino de primera calidad. Después vendrán las catas y los maridajes, los talleres de aromas. Y otras formas originales y profundas, como es unir el mundo del vino con el del chocolate o la observación de estrellas.
Cuando hay cosas que contar, cuando se está orgulloso de lo que se hace y se consigue, es muy fácil resultar atractivo a los demás, tanto al consumidor del producto, en este caso el vino, como el establecer relaciones, el enseñar lo que está detrás de la etiqueta, el sentirse orgulloso del trabajo bien hecho.
Dentro de unos días, cuando abra la nueva edición de FITUR – del 23 al 27 de enero de 2019 en Madrid – los profesionales y los interesados podremos aprender sobre las nuevas tendencias del turismo nacional e internacional. Siempre abriendo caminos.