El vino ha tenido siempre un gran protagonismo a lo largo de la historia, y en las escrituras sagradas también.
El vino es un símbolo utilizado muy a menudo en los pasajes bíblicos. Podemos ver a Noé plantando un viñedo y emborrachándose en el Génesis, a Jesús obrando milagros y haciendo brotar vino en las bodas de Caná. Incluso transformando su propia sangre en vino para sacrificio y perdón de todos los cristianos.
Vendimia, vino, banquetes y celebraciones tiene mucho de ritual y es parte de nuestra civilización.
Noé y el vino
Cuenta la Biblia que según se acabó el diluvio universal, Noé, después de 40 días y 40 noches navegando a la deriva y sin saber qué iba a ser de su vida y la de todos los habitantes de su arca, bajó a tierra, la bendijo y lo primero que hizo fue plantar un viñedo como símbolo de fertilidad y agradecimiento a su Dios.
«Y comenzó Noé a labrar la tierra y plantó una viña… y bebió del vino y se emborrachó y estaba descubierto en medio de su tienda… Y Cam, padre de Canan, vió la desnudez de su padre y díjolo a sus dos hermanos a la parte de fuera»
Las consecuencias no fueron tan buenas. Lo que se traduce que al día siguiente la resaca debió ser tremenda y al descubrir que le habían estado viendo como Dios le trajo al mundo, maldijo a su descendencia, los Cananeos. Vamos que si los maldijo… Los pobres no levantaron cabeza e incluso se apartaron de las creencias religiosas de su padre y adquirieron otras bastante más relajadas y por ello fueron perseguidos. Respeto y moderación nunca están de más.
San Pablo y el vino
«Ya no bebas agua. Si no usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades»
Estas sabias palabras de San Pablo a Timoteo de Efeso han quedado como la gran excusa de todos los aficionados para justificar el beber vino en vez de agua, que puede sentar mal al estómago.
En realidad la explicación no es que a San Pablo le gustara el vino y su deleite, es que en aquella época era más peligroso beber agua de la fuente que el mosto de la uva, aunque estuviera fermentado. Las aguas solían estar contaminadas y enfermaban más que saciaban, sin embargo el vino, con sus polifenoles era mano de santo para algunas dolencias, y el convertido de Tarso lo sabía bien.
Jesús y el vino
Jesús bebía vino. De eso no hay duda. En la época del Mesías todas las celebraciones se consagraban con el zumo de la uva. Lo que no se sabe muy bien es si lo bebían fermentado o simplemente el zumo de la fruta…
En las Bodas de Caná, Jesús, para agradar a su madre convirtió cientos de jarras de agua en vino para todos los invitados del festejo.
En otro famoso pasaje de los evangelios, en la Última Cena de Jesús con sus apóstoles, el hijo de Dios eligió los dos frutos completos y sagrados de su época para simbolizar su carne y su sangre: El trigo y la uva.
Muchos son los que han intentado saber qué tipo de vino fue el que bebió Jesús en la Última Cena y a la conclusión que han llegado es que la uva que predominaba en esa época en Palestina era la uva syrah, traída desde Persia. La cultura tiene su hueco en nuestra vida.