¿Eres como bebes?
Las uvas son como los humanos, cada una nace con una personalidad que les hace ser diferentes del resto. Las hay intensas, ligeras, divertidas, tranquilas o profundas, una variedad que hace que cada persona pueda relacionarse con un vino dependiendo de sus características, o al menos, con el momento que elegimos para disfrutarlo. Proponemos un juego y no vale mentirnos. Psicoanalicemos a la uva y a ver si nos sentimos identificados. Luego hay que celebrarlo. Empecemos por la más popular en nuestro país:
La Tempranillo
Tempranillo es una uva simpática donde las haya que combina muy bien con sus compañeras de juego, por lo que es perfecta para los coupages. Tempranillo es la típica uva que en una fiesta aporta equilibrio y neutraliza a la Garnacha Tinta, a la Cabernet Sauvignon o a la Syrah. Tempranillo es la amiga ideal, colega de todas, y de lo más sociable. Un poco charlatana, pero se la debe invitar a la fiesta. ¡Viva la Tempranillo!
La Pinot Noir
La señorita Pinot Noir es la más elegante de todas las uvas. Sería algo así como la Carmen Lomana del viñedo. Es selecta y exclusiva, no le gusta mucho mezclarse con las demás. Parece que es la reina de los vinos monovarietales, y como amante no tiene precio. Sus maridajes son de auténtico lujo. Lo difícil es mantenerla tranquila. Cuando se acelera nos lleva a la perdición. ¿Un cava monovarietal?
La Cabernet Sauvignon
Esta chica es pura pasión. Le gusta lo salvaje, la transgresión y las montañas rusas emocionales. Esto trae sus problemas porque hay que tener carácter para mantenerse a raya. Aquí se acepta el riesgo, pero con estilo. Viajamos en furgoneta, pero con buen reloj. Damos un paseo descalzos hasta la playa, pero luego buscamos el mejor restaurante de la ciudad. Si tenéis el día flamenco, no dudéis en pasar un rato con la Sauvignon.
La Malbec
Nuestra amiga Malvec es cálida y delicada, no soporta el frío y le gusta la campiña del sur de Francia y las tierras más cotizadas de Argentina. Tiene un corazón indomable, pero es zalamera y embaucadora. Detrás de esa dulzura de mademoiselle se esconde una leona de tomo y lomo. Su racimo dice mucho. De piel delgada y suave, aunque disfruta con el sol y el calor. La primera copa lleva a la segunda y así sucesivamente. Nos gusta la Malbec.
La Pedro Ximénez
Dulce, golosona y tranquila. Tiene la piel fina, la pulpa jugosa y mucha azúcar, casi como Celia Cruz. Es delicada pero ojo, no abuses de ella que te puede traer más de un dolor de cabeza. El problema reside en su componente diferencial: su sabor es tan único que a veces no se valora lo suficiente. Es como aquel que pudo ser el marido perfecto y se quedó en amigo con derecho a roce.
La Riesling
Una Froilán perfumada y de culto. Le gustan las películas independientes, los clubs privados y los grandes escritores. Es una uva de culto, fría como el hielo pero hermosa como una valkiria. En las fiestas siempre tiene una gran dosis de protagonismo y, después de un primer contacto siempre hay interés en conseguir más información y en tener una segunda cita. ¡Cuidado con ella!
La Garnacha tinta
Le encanta la conversación, es elocuente, convence y tiene un carácter bien definido. Es generosa y espléndida, y esa generosidad se ve en sus caldos: redondos, aromáticos y amables. Un encanto de persona, aunque como sabe de todo hay quienes consideran que a veces puede resultar muy abosorbente.
La Mencía
Dicen por ahí que es la empollona de la clase: estudiosa, profunda y entrañable como el escritorio del abuelo. Tiene una voz aterciopelada que te envuelve con su sabiduría, y cuando se va deja un aire de nostalgia en el ambiente, casi de melancolía. Si buscamos una escapada hasta el antiguo a esa casa rural que solo usamos en verano ve con ella, pues no existe una compañía más perfecta.
La Graciano
La señora Graciano tiene la sabiduría que da la madurez. Aguanta lo que no está dicho, tiene una salud de hierro y ese la nota. Es como la tía Amelia, con buen cutis sin hacer uso de cremas. También está en forma sin ir al gimnasio ni hacer dieta. Por todo ello no hay quien se resista a repetir esos momentos tan especiales que nos hace pasar.