Diez consejos para disfrutar del enoturismo

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Diez consejos para disfrutar del enoturismo

El enoturismo es una actividad en auge, algo lógico teniendo en cuenta la inmensa variedad de productores y el inmenso patrimonio que rodea esta actividad en nuestro país. Disfrutar del vino va más allá de abrir una botella de vino. Pero siempre se plantean algunas dudas. ¿Cómo me organizo? ¿Cuántas bodegas conviene visitar en un día? ¿Dónde me alojo? ¿Hay que reservar o puedo presentarme sin avisar? Vamos a dar algunos consejos para animarte a iniciarte en esta forma de turismo tan gratificante.

 

1.- Para disfrutar del la cultura del vino no hay que ser un experto. El enoturismo no consiste en beber todo el día. Tiene tanta relación con conocer la cultura, la historia y la naturaleza de una comarca o un pueblo, como con los vinos de un productor.


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2.- Por tanto conviene hacer pocas visitas, elegir una bodega interesante por día y dedicar el resto del tiempo a cualquier otra actividad. Lo fundamental es disfrutar y relajarse por lo que no conviene tener prisas por ver muchas bodegas.

3.- Ya que vamos a visitar pocas bodegas conviene elegir aquéllas que resulten más interesantes, ya sea por la arquitectura, la historia, la singularidad de los vinos que se producen.

4.- Por supuesto, reservar la visita con tiempo. La antelación necesaria para la reserva depende de varios factores, como la fama de la bodega, la época del año. Preguntar es una manera de participar. Las personas encargadas de la visita casi siempre lo agradecen.

5.- El enoturismo no es una carrera. Hay que disfrutar de la visita, pero también del entorno. Por tanto conviene complementar las bodegas con otras visitas a lugares cercanos como pueblos con encanto, museos o cualquier otra maravilla del patrimonio cultural.


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6.- Nada mejor que combinar el enoturismo con alguna actividad física, desde un paseo por un paraje natural, o un paseo en bicicleta. Y si es posible un buen paseo entre las viñas permitirá conocer mucho mejor el vino del lugar y apreciarlo.

7.- Los placeres del vino están muy unidos a los de la comida. Probar las especialidades de la gastronomía local con el vino de la tierra es uno de los momentos culminantes de cualquier expedición enoturística. Lo mismo puede decirse del alojamiento. Siempre existe la posibilidad de encontrar hoteles interesantes en cualquier zona, a veces, alojarse en la propia bodega.


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8.- Es sabido que se disfruta más de lo que se conoce, por lo que en algún momento puede ser interesante participar en algún cursillo o taller que permita aprender algunos de los secretos del mundo del vino. El conocimiento es placer.

9.- Siempre existe la posibilidad de adquirir los vinos de la bodega que hemos visitado, así que hay que aprovechar la oportunidad de conseguir algunas botellas a buen precio y a los propios productores. Hay que recordar que no todos los vinos se distribuyen de la misma manera y luego puede ser difícil encontrar ese vino que tanto nos ha gustado.


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10.- La única cosa que no se lleva bien con el vino es conducir. Pero hay muchas formas de disfrutar del enoturismo sin riesgos. La opción más evidente es probar buenos vinos en una comida tranquila y sin prisas y luego dedicar las horas siguientes a un paseo o una visita a un lugar al que se pueda llegar andando. Una solución perfecta es cenar en una bodega que tenga restaurante y hotel, y así no hay que preocuparse de nada. En cualquier caso, siempre se puede recurrir a un taxi para llegar al alojamiento. Y no hay que descartar una opción muy conveniente: participar en un viaje organizado, en el que todo esta resuelto desde el primer momento.