Vino y cardo un matrimonio perfecto

//Vino y cardo un matrimonio perfecto

Vino y cardo un matrimonio perfecto

Un aristócrata vegetal

Verduras y vino, qué buena combinación. Más todavía en días de frío en los que apetece quedarse en casa y preparar el cuerpo para la operación bikini. Para los amantes de la verdura el cardo es el rey de la huerta y además combina a la perfección tanto con un tinto como con un blanco.

Es cierto que el cardo necesita su preparación, es imprescindible limpiarlo bien para sacarle todo el provecho que tiene, hay que cocinarlo bastante, pero el resultado suele ser delicioso.

Las variedades que podemos encontrar normalmente son el cardo blanco, el más común, y el cardo rojo, para paladares gourmet. A la hora de comprarlo es siempre mejor comprar cardos pequeños, que son mucho más sabrosos, y sumergirlos en agua con limón o perejil para que no se oxiden, como sus primas las alcachofas.

El tiempo de cocción suele variar dependiendo de la dureza del agua donde vivamos, pero, en olla normal, no hay quien le quite sus 50 minutos, y si le añadimos una cucharadita de harina al agua, perderá el regusto amargo.

Un truco, si los queremos congelar una vez limpios, se escalda durante cinco minutos y al congelador… ni se nota la diferencia con el fresco. Para los que no nos gusta dedicarle demasiado tiempo a la cocina, el cardo en conserva es la mejor opción, y se puede añadir a cualquier receta que preparemos. Además es bueno para el hígado, mejora la digestión y tiene efecto depurativo.

Vino y cardo un matrimonio perfecto

Siempre podemos recuperar alguna receta de la abuela. La manera más tradicional de tomarlo es con su compañera de toda la vida, la salsa de almendras. Caldo de la cocción del cardo, un puñado de almendras, harina y a ligarlo todo como en una bechamel… triturando las almendras, claro…

Pero existen otras muchas maneras de comerlo, como por ejemplo:


Arroz caldoso con cardo y alcachofas.

El cardo y la alcachofa se llevan bien. Aportan un sabor peculiar y distinto a cualquier caldo de verduras con el que preparemos un arroz. Un sofrito con cebolla, ajo y pollo, cardos, alcachofas y a cocer. En el último momento se añade el arroz, y a gusto del consumidor, se deja más o menos caldoso. Es un plato energético y más que completo para acompañar de un buen tinto. Un chorrito de Marqués de Valcarlos Chardonnay  2016 en el sofrito y una copa para el cocinero garantiza el éxito… La segunda botella en la mesa.


Ensalada de cardo rojo.

El cardo rojo es mucho más fino en su textura y sabor. 800 kilos de tierra hacen falta para que cada planta crezca sin estar expuesta a los rayos del sol y así adquiera ese tono rosado. No es de extrañar que con todos estos cuidados el precio sea ostensiblemente más elevado que el del cardo común. En la zona de Aragón y Navarra lo saben bien…

Para preparar la ensalada hay que limpiar bien el cardo, quitarle los hilos y cortarlo en bastones de unos cuatro centímetros de largo por dos de ancho. Se les hace tres cortes en cada extremo y se meten en un bol con agua y hielos. De esta manera se empieza a rizar y quedan como patitas de calamar.

Después se prepara una salsa a base de aceitunas negras y aceite de oliva, bien batida, tipo tepanade, se añade sal, vinagre y la ensalada está lista y deliciosamente rica. Un blanco de Portia puede ser un perfecto compañero.


Cardos con berberechos

Una variedad de las alcachofas con almejas, más original y con mucho más aporte de hierro y vitaminas. Se hace una veloute con cebolla, harina tostada, el caldo del cardo y el de haber cocido los berberechos.

Los pedazos de cardo se rebozan en harina y huevo y se fríen. Ya solo queda añadir a la veloute unos guisantes, se lleva a ebullición, se salpimenta y se agregan los cardos y los berberechos… Bocatto di cardinale! Un rosado de Campillo no le va nada mal a este plato…


 

Cardo en conserva con garbanzos y huevo de codorniz.

Solución de cocinero farsante y con prisas. Ajo, pimentón de la vera. Un bote de garbanzos, otro de cardo, se rehoga todo y se añaden los huevos de codorniz cocidos. Más simple y más rico no puede ser.