El tesoro oculto de la vida
Los árabes la llamaron “la tierra seca”, pero nada más lejos de la realidad. El corazón de La Mancha es todo agua. La Mancha es una tierra llena de humedales y lagunas, y la primavera es un momento especialmente bello para visitarlos. Acompañados por los vinos de Condesa de Leganza
El Camino Natural de los Humedales de La Mancha recorre lugares como Villacañas, Alcazar de San Juan, Villafranca de los Caballeros… En un radio de unos 100 kms. desde Quintanar , entre las provincias de Cuenca, Toledo y Ciudad Real esta Mancha húmeda es un oasis de riquísima biodiversidad.
Curiosamente el epicentro de esta Mancha húmeda es un lugar de secano. Quintanar de la Orden, tierra de buenos viñedos y mejores vinos es el mejor cuartel general para empezar a recorrer todos los caminos que se abren hacia los humedales.
La primera de las rutas, la más norteñas, transcurre entre Villacañas y Quero. 27 kilómetros que atraviesan las tierras toledanas. Villacañas, con sus silos da la bienvenida a la Laguna Larga, para continuar por la Laguna de Tirez y terminando en la Laguna de Peñahueca.
En la Laguna Larga, encontramos el Observatorio de aves del Flamenco, donde ver a estas exóticas aves que tiñen de rosa los atardeceres manchegos. Los microcrustáceos y algas que proliferan en estas lagunas son las que las hacen de una riqueza excepcional para albergar a todas las aves que pasan por aquí cada año.
Molinos árabes, las ruinas de las Casas Romanas, y el Hito de la Costera son algunos de los monumentos que podemos visitar en esta primera ruta de las lagunas. Este último, con su cruz tallada en piedra de la Orden de San Juan, marca el límite territorial desde tiempos de la Reconquista. El resto de lagunas nos ofrecen paisajes de antiguas salinas, campos de cereal y viñedos. Una zona perfecta para montar un picnic y sentir la energía de esa tierra que tiene el vino por referente.
La segunda ruta comienza en Quero y llega hasta Villafranca de los Caballeros. La Laguna Grande de Quero, con sus antiguas salinas, ofrece un espectáculo especial cuando la luz se refleja en la superficie y la cantidad de sal refleja la luz como un espejo. El siguiente humedal son las lagunas y albardinales del Cigüela. Paralelo a la CM-3130 va el camino entre viñedos y pistas de tierra perfectas para recorrerlo en bicicleta y llegar a las lagunas Grande y Chica de Villafranca de los Caballeros. La Laguna Grande desde el siglo XVIII ha sido lugar de baños por el poder curativo de sus aguas.
La tercera ruta es la que más concentración de humedales tiene. Entre Villafranca de los Caballeros y Alcázar de San Juan. Cultivos de secano, olivares y viñedos. De la Laguna Grande a la Laguna de la Sal. La primera con su Aula de la Naturaleza “Las Lagunas”, y la segunda, dependiendo de la estación del año la veremos seca o repleta de agua.
Desde Alcázar de San Juan a Pedro Muñoz esta cuarta ruta se topa de frente con los gigantes de Don Quijote. Campo de Criptana y sus enormes molinos, un mar de viñedos y ermitas jalonan la laguna que preside este camino: la Laguna del Retamar.
Esta laguna también tiene una estacionalidad muy marcada y, dependiendo del momento del año, encontraremos más o menos nivel de agua, y una buena comunidad de aves esteparias.
En Pedro Muñoz está el Centro de Interpretación de la Naturaleza “el Humedal de Don Quijote”, la ermita de San Isidro y la de San Cristóbal, hasta llegar a la siguiente laguna, la de Navalafuente. Esta última fue desecada y la mayor parte del año está sin agua y con varios caminos que la recorren.
Y por último el Complejo Lagunar de Manjavacas es el broche final de la ruta. Entre Pedro Muñoz y Las Mesas. La primera laguna de este itinerario es la Laguna de Alcahozo y ya estamos en tierras conquenses. Arboledas y viñedos acompañan el camino hasta la Laguna de Melgarejo, y más allá, la Laguna de Manjavacas.
La pasarela de madera que cruza la laguna, nos permite una experiencia inmersiva en el mundo de la fauna y la flora de este pedazo manchego. La ruta concluye en la Laguna del Taray Chico y los campos de ajo morado de Las Pedroñeras. Mucho para ver y una forma de entender el territorio de nuestros vinos.