Gran Faustino Reserva 1955: El placer de recuperar la Historia.
Siempre nos dicen que no se puede viajar en el tiempo, que hay sensaciones irrecuperables. Es algo que aceptamos con naturalidad, porque es así. Sin embargo…
Sin embargo, hay ocasiones – muy pocas – en que surge la sorpresa y por distintas razones nos encontramos ante la posibilidad de reencontrarnos con algo perdido. Con la oportunidad de sentir algo que algunas personas pudieron experimentar hace décadas pero que ahora, lógicamente, está fuera de nuestro alcance. Precisamente, algo parecido, tuvieron que experimentar los asistentes en la presentación de este vino que tuvo lugar ayer en el restaurante Eneko Atxa en Larrabetzu.
En el mundo del vino todo cambia, y normalmente para mejor. El éxito de las bodegas españolas en los últimos años en todo el mundo se debe en parte a los cambios introducidos por los vitivinicultores en todo su proceso creativo. Así, el vino que bebemos en la actualidad es muy diferente del que disfrutaban nuestros abuelos.
Y no digamos si nos remontamos en la historia. Entonces nos sorprenderíamos del vino que se bebía en la Edad Media o en el Imperio Romano. Lo más probable es que no nos gustaran nada.
En general el proceso ha sido positivo, aunque, como siempre, nos habremos perdido algo bueno en el camino. Y, de repente, tenemos ocasión de recuperarlo.
La historia de GRAN FAUSTINO 1955 es la del buen hacer, del amor por la familia y el trabajo bien hecho. Y para entenderla tenemos que remontarnos en el tiempo.
En 1963, como otros años, las Bodegas Faustino embotellaron una selección de su Gran Faustino Reserva, que en esa ocasión correspondía a 1955. Ese vino se vendió de la manera habitual, es decir, con gran éxito, y la vida continuó adelante.
Hasta que hace poco, en las inmensas cavas de Faustino, se encontró un lote de esa partida. Allí estaban, escondidas, con su corcho original. Rafael Martínez, responsable técnico de las bodegas, y su equipo de enólogos las estudiaron y descubrieron que el vino se había conservado en perfectas condiciones.
Apareció, de manera repentina, un vino de excelente calidad que se había realizado a la manera de hace décadas, como ya no se hacen las cosas. El trabajo estaba tan bien hecho que había soportado el paso del tiempo.
La investigación continuó por los archivos. Los libros de trabajo ofrecieron mucha información sobre esa partida. Y así confirmaron que se había elaborado con una base de uva tempranillo, con coupage de uva arana y viura, con premaceración y elaborado con el racimo entero.
También sabemos que se elaboró con uva que provenía de un viñedo cercano a la bodega, y que el transporte se hacía a lomo de caballería, con los racimos enteros, sin despalillar. Solamente se estrujó un poco para arrancar la fermentación.
Entre 1955 y 1963 el vino permaneció en barricas de roble americano aunque también algunas de roble francés (que en esa época era un avance novedoso), y el conjunto de condiciones hizo que evolucionara de manera muy distinta a la de los vinos que se elaboran en la actualidad. Resultó ser una apuesta de Don Julio, que quería ver cómo evolucionaba ese vino, elaborado con algunas características diferentes.
Todos estos datos sirven para entender que éste es un vino de otro tiempo, hecho de manera diferente a la actual. Pero con un detalle especial: está en perfectas condiciones.
Ahora, 55 años después de aquel 1963, Bodegas Faustino ofrece 2.555 botellas de GRAN FAUSTINO 1955, que demuestran la gran capacidad de envejecimiento —de buen envejecimiento— que tienen los vinos de esta bodega. Es un vino luminoso y brillante, de intenso color rubí anaranjado y con destellos rojizos, con aromas de especias y notas de miel y almendra.
Aunque su pH es ácido, en realidad es un vino sedoso, con taninos redondos y pulidos, que envuelve.
Su vigor y riqueza quedan de manifiesto una vez que se airee después de tantos años. Media hora después de ser decantado ofrecerá todos los matices que demuestran su carácter singular, de pertenecer a otra categoría de vinos. Al beberlo no sólo se disfruta de un vino excepcional sino que se transita por un verdadero túnel del tiempo, para experimentar esa forma de trabajar de hace décadas. Es beber la historia de La Rioja.