Hay apellidos que marcan la historia de una tierra. La tempranillo es una uva tinta, probablemente la más conocida de las variedades españolas, sobre todo por ser la variedad principal con la que se elaboran la mayoría de los vinos tintos de La Rioja y de la Ribera de Duero.
Aunque se trata de una de las variedades autóctonas más extendidas en España, cobra especial importancia en la elaboración de los tintos de la Denominación de Origen Ribera del Duero. De hecho, es la base de todos sus vinos, reconocidos internacionalmente por su intensidad y expresividad, además de por su equilibrio, elegancia y longevidad. Es una maravilla de la naturaleza: tan resistente como sofisticada.
En las diferentes regiones de España se conoce con diversos nombres: tinta fina o tinta del país en la Ribera de Duero, ull de llebre en Cataluña, cencíbelen La Mancha y tinta de Toro en Toro.
Su expansión no nos debe llevar a la vulgarización. La tinta fina de la Ribera del Duero se considera un clon de la tempranillo, originaria de La Rioja, que con los siglos su ciclo vegetativo se ha adaptado perfectamente a las condiciones medioambientales de la región, a excepción de las heladas de la primavera. En tierras castellanas, y contradiciendo el significado de su nombre riojano, la vendimia puede atrasarse hasta bien entrado el mes de octubre, y de este modo se favorece unas concentraciones de azúcar medio-altas.
Su producción está cargada de curiosidades. En primer lugar, su nombre proviene de su punto óptimo de maduración; es más, por las condiciones climatológicas de las zonas en las que se cultiva, ese punto se suele alcanzar antes que en el caso de otras variedades nacionales.
Evidentemente, es una uva que necesita sol, pero en su justa medida. Lo cierto es que se trata de una cepa peculiar en lo que se refiere a la exposición solar. Por un lado, necesita mucho sol para llegar a la cantidad de azúcar adecuada; pero, por otro, una sobreexposición supondría la reducción de su acidez.
Se trata de la variedad tinta más plantada en España. Es más, 28 denominaciones de origen aceptan su cultivo y uso para la elaboración de sus vinos tintos monovarietales, así como las diferentes mezclas o coupages.
El 90 por ciento del vino Ribera del Duero se elabora con tinta fina. Aquí, el Consejo Regulador establece que, para que un vino pertenezca a esta denominación de origen, debe contener, al menos, un 75 por ciento de esta variedad.
Por último, se trata de una uva muy versátil. De hecho, de ella nacen tanto vinos jóvenes como reservas y grandes reservas. Y, además, es perfecta para elaborar vinos de envejecimiento largo.
