Siete pueblos del Duero

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Siete pueblos del Duero

Un recorrido mágico por los pueblos del Duero: Arquitectura, historia y buen vino.

En el equilibrio está la virtud. Esta vieja máxima vale, realmente, para todo. Incluso en los viajes. Por un lado se puede pensar que lo mejor para ir de un lugar a otro es enfilar por una autovía y cubrir los kilómetros de la manera más rápida y cómoda posible. También se puede decir lo contrario, que conviene desviarse por carreteras secundarias y así descubrir pueblos y parajes poco conocidos, aunque en ello se nos vaya el tiempo y la gasolina.

Pero ¿y si tomamos un desvío de pocos kilómetros, muy pocos, que nos permita descubrir muchas y grandes maravillas? Por ejemplo, si vamos por la N-I desde Madrid hacia el norte, en algún momento llegaremos a las tierras del Duero, una tierra llena de arte, vino e historias. De Aranda de Duero a Gumiel de Izán hay apenas un suspiro, 17 kilómetros. Sin embargo, la gran ruta que proponemos por esta zona del Duero no llega a 75 pero cubre una larga sucesión de maravillas.


Pueblos Duero, Aranda de Duero

Aranda de Duero

A orillas del río que le da nombre, Aranda es la capital de la Ribera y de la zona sur de la provincia de Burgos. El centro de esta próspera villa guarda lugares llenos de encanto, como la plaza Mayor y la calle Arias Miranda. Pero el tesoro de Aranda es la iglesia de Santa María la Real, un triunfo del gótico tardío castellano. Su fachada plateresca es como un retablo en piedra.


Pueblos Duero, Monasterio La Vid

La Vid

Hay que ver este monasterio para creerlo, inmenso en las soledades castellanas. Fue fundado en el siglo XII aunque la iglesia actual es gótica. El nombre nos pone sobre la pista, en caso de que no lo supiéramos, de la importancia de las vides en esta comarca.

 


Pueblos Duero, Peñaranda de DueroPeñaranda de Duero

Pocos pueblos tan pequeños tienen tanto que ofrecer. Primero, el conjunto con su imponente castillo gótico en lo alto de la peña que sobrevuela las casas. La plaza, con sus soportales, es la pura imagen de la vieja Castilla. El palacio de Avellaneda, renacentista, se levanta frente a la colegiata. Y en la calle Real aparece un tesoro: la antigua botica de los Jimeno, fundada en el siglo XVII.


Pueblos Duero, Coruña del Conde, Ermita del Santo CristoCoruña del Conde

Otra aldea diminuta pero repleta de historia. Ahí está el castillo, medio en ruinas, y la ermita del Cristo, del siglo XII, con un curioso ábside cuadrado. Y una sorpresa: la historia de Diego Martín Aguilera, un vecino del pueblo que disfruta del título de ser “el primer hombre que voló”. En 1773 se tiró desde lo alto de la colina del castillo con un artilugio con alas, y cuentan las crónicas que consiguió planear 900 metros antes de tomar tierra.


Pueblos Duero, CluniaClunia

Muy cerca de Coruña del Conde, otra maravilla de esta tierra ribereña del Duero: la antigua ciudad de Clunia, una importante población romana. Entrar en el recinto es hacer un viaje en el tiempo. Hay un museo con mosaicos y un teatro excavado en la roca.

 


Pueblos Duero, CaleruegaCaleruega

Esta población tiene el orgullo de ser la cuna de santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden de predicadores en el año 1216. Aquí hay otro monasterio sorprendentemente grande, con sus dependencias construidas alrededor del torreón de los Guzmanes, del siglo XI.

 


Pueblos Duero, Gumiel de IzanGumiel de Izán

La carretera atraviesa viñedos infinitos. Aquí parece que prima la arquitectura humilde de otros tiempos, pero en Gumiel de Izán surgen dos de las grandes sorpresas de la ruta. La primera es la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que guarda un extraordinario retablo policromado del siglo XVI. La segunda sorpresa parece un viaje al futuro: el edificio de Bodegas Portia, las únicas del mundo creada por el genial arquitecto Sir Norman Foster. Es el lugar para aprender de enología, admirar el edificio y hacer una cata de los mejores vinos de la comarca.

El desvío ha sido corto en distancia pero largo en belleza y emociones. Es raro que tan pocos kilómetros den para tanto, pero la Ribera del Duero es así, una tierra propicia a los prodigios.