De vinos fuera de la M-30

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De vinos fuera de la M-30

Como cualquier novedad, la puesta en marcha de Madrid Central ha despertado opiniones para todos los gustos. Nosotros, que no somos amigos de polémicas sino de disfrutar de la buena mesa hemos decidido buscar lugares en los que satisfacer nuestras pasiones gastronómicas y enológicas yéndonos a las afueras de la gran ciudad. Hemos encontrado lo que imaginábamos: que la capital tiene infinidad de buenos restaurantes en lugares alejados del centro. Emprendemos un viaje más allá de la M-30, donde también se disfruta de la vida. Desde un simple vino en una terraza de barrio o un glamuroso restaurante saturado de ejecutivos… Bebed vino y disfrutad de no tener que poner el “papelito.”


De vinos fuera de la M-30, Jaizkibel

Jaizkibel. Cl. Albasanz, 67. Madrid. Tlf. 913041641

En alguna ocasión habrá que rendir tributo a esos restaurantes que se encuentran en zonas de polígonos industriales, oficinas y empresas, donde lo que impera no es el glamour sino el trabajo bien hecho y donde hay que dar de comer a gente exigente que no tiene tiempo que perder.

Pues aquí tenemos uno. Jaizkibel es uno de estos casos. Su nombre nos da una pista sobre las raíces vascas de este restaurante y por tanto no extraña que los comensales opten por unas antxoas frescas de Guetaria, un bacalao al pilpil o unas txuletitas de cabrito a la brasa. Con cualquiera de esas propuestas sienta muy bien un Campillo Crianza, un Raro o un Campillo Blanco Barrica.


De vinos fuera de la M-30, Gaztelu

Gaztelu. Cl. Julián Camarillo, 50. Madrid. Tlf: 914400347

Otro lugar que merece una consideración semejante al anterior, además de encontrarse en una zona cercana. Ambiente y comida con esencias del norte para trabajadores y empresarios que quieren comer bien, que para eso trabajan. Si van dos comensales bien avenidos pueden compartir un arroz vasco o con bogavante o un rodaballo al horno, pero si no pueden optar por unos txipirones encebollados o un guiso de garbanzos con langostinos, por no hablar de un txuletón a la brasa. La copa de gazpacho de bogavante es una tentación difícil de resistir. Y con un Campillo Crianza todo mejora sustancialmente.


De vinos fuera de la M-30, Restaurante El Pitaco

El Pitaco. Av. de Badajoz, 25. Madrid. Tlf: 914038862

Que nadie busque la avenida de Badajoz en la salida de Madrid hacia Extremadura, porque realmente se encuentra en el extremo opuesto, en el barrio de La Concepción, pero así son los callejeros. No tiene nada que ver con esto, pero en El Pitaco preparan especialidades gastronómicas de todos los rincones de la Península, desde la brandada de bacalao catalana y la tortilla de bacalao vasca al gazpacho andaluz. De plato fuerte, una buena carne o una merluza con almejas. Y para beber continuamos con nuestra particular vuelta a España y pedimos un Ribera de Duero, un Portia Crianza.


De vinos fuera de la M-30, La Aventura de Álvarez Gato

La Aventura de Álvarez Gato. Cl. Príncipe Carlos, 17. Madrid. Tlf: 917048821

Ahora buscamos qué hay de bueno en la zona de Sanchinarro, uno de esos barrios nuevos, creados prácticamente de la nada pero que están concentrando importantes centros comerciales y, por supuesto, restaurantes. La Aventura de Álvarez Gato, cuyo nombre que nos trae resonancias del Madrid más céntrico y castizo, tiene dos cosas a su favor: la cocina está a la vista y cambia de carta continuamente por lo que nunca hay opción de aburrirse. En cualquier caso, hay clásicos de la casa que siempre vuelven, como el arroz con pulpitos, las piruletas de langostino o la codorniz en dos texturas. El vino, mejor que nunca cambie: un Marqués de Vitoria Crianza está siempre a la altura.


De vinos fuera de la M-30, Casa Pedro

Casa Pedro. Cl. Nuestra Señora de Valverde, 119. Madrid. Tlf: 917340201

Casa Pedro tiene una historia tan larga, de más de 300 años, que en su origen era una casa de postas donde paraban los arrieros y mercaderes que iban o venían a Madrid por el Camino de Francia. En la actualidad el antiguo pueblo de Fuencarral forma parte del municipio de Madrid.

Pero a pesar de los cambios de nombre, que siempre ha hecho referencia a la persona que se ocupaba de dirigirla, esta casa ha pertenecido a la misma familia y mantiene una tradición gastronómica basada en platos castellanos, comida de siempre con la única condición de la materia prima de calidad. Sus platos de cochinillo, cordero, perdiz, picantón y conejo han dejado satisfechos a clientes de toda condición, desde reyes a estrellas de Hollywood. La bodega es una de las pasiones de los propietarios, y allí brillan las botellas de Portia Crianza.