Tres bares de Madrid con el cine español

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Tres bares de Madrid con el cine español

Madrid siempre ha sido un gran recurso para el cine español. Esas películas de los años 60 con un Madrid limpio, lleno de taxis y guardas urbanos… El cine de los años 50 con una postguerra palpable en cada calle de la capital. La filmografía de Almodovar, un tributo constante a la ciudad… hasta la comedia de los 90 y 2000 en la que la capital sigue siendo el protagonista en la sombra del costumbrismo cinéfilo.

Los bares y cafés no podían ser menos, lugares míticos que imprimen carácter al madrileño y que a menudo ha quedado impreso en la retina del espectador amante del cine español.

Hoy traemos del recuerdo tres películas memorables, que siempre merece la pena volver a ver, y otros tres locales más insignes todavía. Chatos de vino, picaresca, “mataos” de hambre y terror… Un coctel madrileño para los días que nos entregamos al no hacer nada y a disfrutar del cine sin más objetivo que entretener.


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CASA MINGO Y LOS TRAMPOSOS

Tres bares de Madrid con el cine Español, Casa Mingo, Los Tramposos, Pedro LazagaDebilidad es lo que siente gran parte de la población española por esta película, y no es de extrañar. En 1959, en un Madrid que está abandonando la postguerra Pedro Lazaga dio a luz este clásico del cine español. Tony Leblanc, Antonio Ozores y Venancio Muro son los protagonistas, aunque la película está llena de gloriosos secundarios como Conchita Velasco, Manolo Gomez Bur, José Luis López Vázquez…

Pedro Lazaga construyó un universo alrededor del pequeño timador con una vitalidad tal que cualquier pequeño defecto técnico que tenga el film se perdona.

La escena más memorable y la que todo el mundo recuerda es el famoso timo de la estampita a un paleto recién llegado a la capital, en la mismísima estación de Atocha, por parte del experto timador Tony Leblanc. “Deme una pesetita”… ya solo con oír esa frase la sonrisa asoma a los labios de la misma manera que asoma al ver a Gila simplemente coger el teléfono.

Los timos a lo largo de la película son un constante arrojo de creatividad… el embaucador, el colocado, los anestesistas, el tour turístico con entierro incluido… todo este alarde de ingenio se fragua al principio de la película en la insigne Casa Mingo. “Ay, callos” anuncia el pícaro dueño del bar como antesala de pegar una buena timada a los turistas que caen en sus redes y a los que engaña a base de chatos de vino peleón.

Con una maestría que solo un buen guión y la necesidad de un presupuesto ajustado puede dar, en este templo del pollo asado madrileño se presenta a todos los personajes de la película. Merece la pena verla, analizarla y sobre todo, disfrutarla.


 

EL CAFÉ GIJÓN Y LA COLMENA

Tres bares de Madrid con el cine Español, Café Gijón, La Colmena, Mario Camus“Para quien es la jarra con hielo… y el bicarbonato… si esos muertos de hambre no comen…” esas son las palabras de doña Rosa, ese personaje ácido y amargado que regenta el café donde se encuentran cada tarde los protagonistas de La Colmena.

“La Delicia”, escenario de las muchas tristezas y pocas alegrías de los personajes de La Colmena era en realidad el mítico Café Gijón. Un café (especialista en leche merengada, por cierto) que desde finales del siglo XIX ha sido reducto de intelectuales, poetas y aspirantes a serlo.

 

Mario Camus dirigió esta película en los años 80, basada en la novela de Camilo José Cela, que por cierto, interpreta a don Matías en el film. En su momento fue una de las mayores producciones del cine español con un presupuesto de 90 millones de pesetas y un elenco difícil de manejar: 60 actores, todos famosos, dibujando el difícil paisaje humano que representa esta novela del Premio Nobel.

“La mañana, esa mañana eternamente repetida trepa como un gusano por los corazones de los hombres y mujeres de la ciudad… ese sepulcro, esa cucaña, esa colmena…”


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EL PALENTINO Y EL BAR DE ALEX DE LA IGLESIA

Templo de reunión de cualquier malasañero que se preciara, El Palentino fue uno de los reductos que permanecieron más años al margen de la gentrificación y la hipsterización de los locales del madrileño barrio de Malasaña.

Ambiente cutre, buenas cañas y vinos, y una dueña con carácter como para sobrevivir a los yonkis del lugar sin despeinarse, eso era El Palentino de la calle Pez. Tan así, que fue el lugar elegido para el rodaje de El Bar, de Alex de la Iglesia, y en el que nació el guión, en una de esas jornadas palentinas del director vasco.

El Bar recuperó al mejor Alex de la Iglesia, después de algunos descalabros cinematográficos.

Su arte de fotografiar el patetismo y la sordidez de sus personajes, consiguen siempre ese sentimiento que tan bien expresa De la Iglesia, el “ascopena”.

La película es trepidante, con la dificultad además de desarrollarse solo en un escenario, El Palentino. Un día cualquiera, a la mañana, un barrendero sale de tomar su desayuno y le vuelan la cabeza… así empieza el film… y termina como el rosario de la aurora. De la misma manera que ha terminado el mítico Palentino, con ladrillo visto en vez de plástico y espejos, y suelo ajedrezado en lugar de serrín.. Ay si Casto levantara la cabeza…