Coco Chanel fue una mujer libre, una creadora que cambiaba la vida de las personas que se cruzaban con ella. En el camino fue dejando una serie de frases para la historia, y una de ellas merece nuestra atención. “Yo sólo bebo en dos ocasiones, cuando estoy enamorada y cuando no”.
Probablemente se refiriera al champagne que tanto amaba. Pero aparte de frases ingeniosas dio con el clic necesario para cambiar cosas que se consideraban inamovibles. Ahora resulta increíble pensar que las señoras sólo llevaban bolsos de mano, pero la lucidez de Coco Chanel consiguió que se incorporara la cadena, de manera que pudieran llevarlo al hombro. ¿La ventaja? Que así las damas podían sujetar sin problema la copa de champagne que hacía feliz la vida. Así nació el revolucionario diseño del bolso 2.55, el primer bolso con cadena que permitía tener las manos libres. No hace falta decir que esa “iluminación” ocurrió en febrero de 1955, como el nombre del bolso se encarga de recordarnos.
Muchos son los momentos en que el mundo del vino se ha relacionado con el de la moda, influyendo uno en el otro y viceversa. Es imposible que dos aspectos tan importantes de la civilización no estuvieran íntimamente relacionados.
Por alguna razón, normalmente es el mundo de la moda el que se acerca al vino. Parece ser más fácil a un diseñador convertirse en bodeguero que viceversa. Pero también puede darse el caso opuesto, quién sabe.
El caso más conocido en España es el del diseñador Roberto Verino que ha creado hace ya décadas su propia bodega, inspirado por la tradición vitivinícola de sus antepasados. No es un caso aislado. Salvatore Ferragamo, después de triunfar como zapatero de las estrellas de Hollywood, regresó a su Italia natal y allí creó, sin abandonar el mundo del calzado, otra historia familiar que incluye, evidentemente, una bodega en la Toscana. El diseñador Roberto Cavalli ha seguido sus pasos para también adentrarse en el fascinante mundo de las bodegas. Y muchos más. Como Renzo Rosso, creador de Diesel, que también se ha rendido al placer de crear un vino propio.
No es necesario que diseñadores de moda funden bodegas. La relación entre ambos universos puede ser más puntual, por lo menos en la vida de los creadores. Karl Lagerfeld, tal vez la estrella más prestigiosa de la alta costura, creó para Dom Pérignon “Una Botella Llamada Deseo” para la serie limitada DomPérignonVintage 1988, que se convirtió inmediatamente en un exclusivo objeto de deseo. Fue un momento histórico ya que desde la creación de esa mítica bodega nunca se había modificado ni la botella ni la etiqueta.
Otro caso curioso fue el encargo de Château Ducru a la diseñadora Jade Jagger, la hija de Mike Jagger, para trabajar en la imagen de los vinos Beaucaillou, la línea más comercial de de esos afamados bodegueros franceses. Además de su talento como artista aquí aparecía un juego depalabras determinante ya que Beaucaillou se puede traducir como Roca Bella, ya que “Caillou” es sinónimo de “Stone”, en referencia al grupo del padre de la diseñadora.
Las relaciones entre moda y vino, por supuesto, son más profundas que la participación de nombres importantes de un campo en el otro. La enología se aprovecha de conceptos del mundo de la moda para describir su propia esencia, y así hablamos de vinos sedosos, aterciopelados, etc. En sentido contrario pasa lo mismo, y para describir tanto ropa como calzado usamos continuamente colores como burdeos, borgoña, beaujolais, champagne, sauterne o chardonnay.
Ya que hemos empezado con Coco Chanel lo mejor que podemos hacer es regresar a ella y recordar la historia del origen del archiconocido logo de la casa Chanel, esas dos ces entrelazadas. En realidad no son más que una copia del emblema de la bodega Château de Crémat. Coco era amiga de Irène Bretz, la dueña tanto del Château (que se encuentra cerca de Niza) como del hotel Negresco en la Costa Azul, y así la diseñadora habría conocido los vinos, las etiquetas y el símbolo de uno de esos vinos exquisitos de Francia. Vino y moda, una relación eterna.
